EL ESTUDIANTE CIEGO O DEFICIENTE VISUAL
NECESIDADES Y DISPOSICIONES PERSONALES
(Grupo “Accesibilidad, aspectos generales”)
Preguntas
¿Qué necesidades específicas derivadas de la falta de visión tiene un estudiante ciego o con dificultades visuales graves?…
¿Cómo hacer frente a esas necesidades? ¿Qué medios materiales y de personal especializado son necesarios?
El estudiante: ¿qué esfuerzo específico debe poner de su parte? ¿Qué destrezas debe desarrollar?…
¿Cómo iniciarse en esas destrezas?… ¿Cómo cooperar con él en desarrollarlas?…
Toda una batería de cuestiones en las que están implicados los tres vectores fundamentales de la educación, es decir, el estudiante -que será el centro de esta charla-, la familia y el profesor de aula o centro educativo.
Recordar antes dos puntos fundamentales.
Objetivos
El primer objetivo es que ese estudiante desarrolle las actividades educativas con un nivel de exigencia y rendimiento semejante al estudiante que no tiene dificultades visuales.
Cubrir los objetivos previstos para ese nivel educativo conforme a la edad y las circunstancias ambientales. Exactamente igual para un centro especializado en la atención de estudiantes con dificultades visuales o ciegos, que para un centro ordinario en el que el estudiante se encuentre en un régimen de inclusión escolar.
Diversidad de restos visuales
El segundo aspecto es que al hablar de dificultades visuales o deficiencia visual hay todo un abanico de situaciones, muy variado, que debe tenerse en cuenta, porque repercute en la forma de trabajar en la escuela.
La visión residual o resto visual educativamente aprovechable, está condicionado de una parte por la “agudeza visual”. Es decir: a la dificultad para “visión de lejos” -tipo “miopía”-. O para “visión de cerca” -tipo “presbicia”-, o “astigmatismo”.
Segundo, que exija unas condiciones de “semioscuridad”, o “semipenumbra”. O, por el contrario, una “iluminación intensa”.
Tercero, que padezca un “escotoma” o “campo visual reducido”. O que tenga un “campo visual normal”.
Y otras muchas situaciones.
Es decir: una variedad de situaciones que le van a plantear dificultades diferentes.
En este sentido, quiero destacar que el profesor juega un papel fundamental. Es más: muchos estudiantes con dificultades visuales, con y sin resto visual aprovechable, pasan desapercibidos, y son calificados como “alumnos que no fijan la atención”, o que “son perezosos”, o…
Pues no: el problema, con frecuencia, con mucha frecuencia, mucha más de la esperable, es que padezcan dificultades visuales. Que no ve bien el tablero, que no puedan leer los textos ordinarios o lo que ellos mismos escriben, o que las condiciones ambientales de iluminación no son las adecuadas, etcétera, etcétera.
El profesor es el primero que puede detectar estas dificultades, observando si el estudiante se acerca demasiado al libro a la hora de leer o a la hora de escribir; si pone una posición poco natural de la cabeza para poder leer; si queda deslumbrado ante una iluminación algo excesiva; si tiende a cerrar los ojos para ver lo que se escribe en el tablero, etcétera.
¿Qué puede hacer en esos casos el profesor?
Indudablemente: lo primero, ponerlo en conocimiento de la familia.
Y lo segundo: poner los medios el centro para que se le haga una revisión oftalmológica a ese estudiante. Todas las legislaciones prevén revisiones oftalmológicas periódicas, pero en la inmensa mayoría de los países no se llevan a cabo. Por falta de especialistas o simplemente por pereza de la administración. Esto ocurre prácticamente en el noventa y cinco por ciento de los países o más todavía, diría: es decir, en todo África en buena parte de Asia y en Latinoamérica.
Soluciones en relación con la deficiencia visual
me referiré en primer lugar a los estudiantes con un resto visual educativamente aprovechable.
Soluciones.
En principio hay algunas muy sencillas. Como emplazar al alumno en el aula suficientemente próximo al tablero para que pueda ver por si mismo lo que se está escribiendo. Ni siquiera le harán falta ayudas ópticas específicas como pueda ser un catalejo.
Lo segundo: si necesita una iluminación suplementaria se tratará de proveerle de un flexo o situarlo simplemente cerca de una ventana. Y si por el contrario lo que necesita es oscurecimiento, puede ser suficiente una persiana, una cortina o una mampara.
El mobiliario es importante para que pueda situarse a distancia conveniente de lo que está leyendo o lo que escribe, si lo hace a mano. Y en última instancia y siempre -también para los que no padecen problemas visuales-: un atril de sobremesa.
Para leer y escribir la solución universal hoy día es un PC o un tablet. Con un monitor suficientemente grande para que pueda ver la pantalla sin acercarse demasiado. Y configurarlo conforme a sus necesidades de tamaño, contraste, brillo, color, etcétera. Algo que puede hacer tanto el profesor de aula como la inmensa mayoría de los adolescentes; ya sean compañeros de clase, según el nivel educativo, hermanos o vecinos. No importa que los padres sean analfabetos o que en su casa no hayan tenido hasta entonces un PC.
Y para escribir exactamente igual. Si va a tomar apuntes a mano o para dibujar, en cualquier caso, es conveniente la utilización de lápices de mina gruesa o rotuladores de trazo grueso.
Como se ve, el remedio puede parecer costoso, es decir, un ordenador o un tablet. En algunos sitios, puede parecer costoso. Pero es una inversión para todo el currículo, desde los seis años hasta los dieciocho.
Disposiciones del estudiante con resto visual
Y en cuanto al estudiante se le exige dos campos fundamentales de actuación.
Primero perder la vergüenza y el miedo al ridículo que supone el solicitar ayuda para que le informen de algo que no ve bien o que le acompañe en un momento determinado o a localizar algún objeto que no encuentra. Pedírselo al profesor o a un compañero próximo de aula.
Y lo segundo es ejercitar su resto visual.
Hay un tópico erróneo: “mejor que no utilice la poca vista que le queda, para que no la pierda”.
Esto es un error grave. Solamente los oftalmólogos, y en casos muy reducidos pueden recomendar que no se hagan esfuerzos visuales. Por el contrario, es muy conveniente ese esfuerzo visual que va a desarrollar tanto la agudeza visual, es decir, la la adaptación del cristalino; es, a fin de cuentas, un ejercicio muscular, de los cuerpos ciliares.
O bien la exploración visual, mediante la motricidad ocular. Hay que ejercitarlos positivamente. Y hay también programas de rehabilitación visual.
Esto lo deben tener muy claro tanto el profesor de aula como la familia. Pero es al propio estudiante al que hay que exigírselo: que explore visualmente cuanto más mejor Y por supuesto el el uso del tablet o PC.
Hay que olvidarse de los textos ampliados o de algunas ayudas ópticas como puedan ser las lupas.
Necesidades del estudiante ciego
en cuanto al estudiante que carece de rresto visual, es decir, al estudiante ciego, es más viable sugerir soluciones generales. Ya que la situación es mucho más uniforme.
El uso del PC, el tablet e incluso un un smartphone aunque sea un modelo antiguo. Acompañados de una “línea o display braille”. Cómo instrumental fundamental para lectura y escritura.
Hay que irse olvidando del libro Braye en papel y las impresoras de Braye en papel, por su costo muchísimo más elevado que este equipamiento de UPC y una línea braille. Hoy día ya al alcance de cualquier institución.
La forma de financiación inicial es una inversión que no muchas familias pueden afrontar sin graves sacrificios, pero será objeto de otra consideración.
En cuanto al dibujo: la solución ya contemplada en otros puntos de una lámina de caucho, silicona, con papel ordinario y con un lapicero o bolígrafo. Se puede dibujar en relieve y dibujarle el profesor o un compañero lo que se está haciendo en el tablero: no exige unas destrezas extraordinarias.
Al estudiante habrá que iniciarle en las destrezas tanto de uso del ordenador y de la línea Braye como de la lámina de dibujo. Habrá que iniciarle y habrá que ir desarrollándoselas y esigírselas acorde con el nivel curricular.
Por ejemplo, en el caso del dibujo: el trazo discontinuo, que es propio de las gráficas y de las proyecciones, que se tratan en Secundaria. Ssería inútil e innecesario En cualquier caso que adquiriera tal destreza un escolar de seis años; aunque sí puede dibujar en la lámina de caucho y reconocer formas.
Digo lo mismo en cuanto al PCR en tablet y la línea braille, que puede emplear a los seis, siete años con una cierta ayuda. Pero que a partir de los ocho años puede manejar por sí mismo, poner en marcha, conectarlos y trabajar con ellos.
Disposiciones del estudiante ciego
En cuanto a la autonomía personal hay dos aspectos muy importantes.
El primero, semejante al del estudiante que padece una deficiencia visual, es el de perder la vergüenza y el miedo al ridículo pidiendo ayuda para desplazamiento dentro del centro educativo, por ejemplo, o del aula, o para localizar un objeto que no encuentra por sí mismo o que le adviertan de una situación en la pantalla del tablet o pedir en un momento concreto a un compañero que le informe de lo que se está escribiendo en el tablero, o que se lo dibujen.
Y luego está el amplio grupo de la adquisición y desarrollo de destrezas ápticas. Es decir: aprender a tocar a aprender a explorar.
La mayor parte de la información que percibe un ciego es por vía táctil. Sobre todo en las STEM, en Matemáticas.
Reflexión final
No puedo detenerme -sería largo- en cómo iniciarse en la adquisición y desarrollo de esas destrezas básicas, tanto de exploración háptica como de manejo de tecnología y del instrumental de trabajo. Diferente para una persona que pierda la vista a edad temprana, en la adolescencia o como adulto. Pero sí hay un aspecto que quiero referirme de forma tajante.
En muchos lugares aparece como noticia que un niño o una niña de corta edad o un adolescente ha superado un cierto nivel educativo o adquiere una titulación y que es capaz de manejar un ordenador o cosa semejante.
No me parece mal: me parece muy bien que quede claro que la falta de visión no es una barrera insalvable para seguir con los estudios, para alcanzar una formación semejante a la de sus compañeros videntes.
Pero pienso que ninguna autoridad debe de quedarse tranquila -ya sea a nivel de centro educativo, a nivel local de la población, la provincia o el país, el ministerio central…-, mientras haya un solo niño, niña, adolescente o joven que no tenga desarrolladas a un nivel suficiente. Esas destrezas siempre que sea posible y que disponga de los medios para seguir la educación a un nivel esperable, semejante al de sus iguales videntes de la misma edad y contexto socioeconómico.
“Individualidades”…
Individualidades las ha habido a lo largo de los tiempos en todos los lugares y momentos de la historia. A estas alturas, en el siglo XXI, con un nivel de desarrollo cultural y sensibilidad social de los que nos jactamos, no caben excusas para que todos y cada uno de los menores con dificultades visuales graves no estén atendidos convenientemente; cosa que ocurre todavía en la inmensa mayoría de los países de África, de Asia y de América Latina. No sabría decir si el noventa y cinco o el noventa y ocho por ciento. Pero la realidad sigue siendo pavorosa, aunque los gobiernos se pavoneen de tener promulgadas leyes de inclusión escolar, incluso hablar de “plena inclusión escolar”, cuando no se dispone ni de medios ni de atención real.